Fragmento de «Culpa y Perdón» (título provisional)

La segunda parte de El ladrón de rostros ya anda en plena producción. Debajo de la imagen tenéis una muestra de la subtrama de Alba y Óscar.

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Óscar estaba en la terraza aprovechando el calorcito de abril y escuchando el aria “Un bel di vedremo” de Madame Butterfly en una versión que regalaba YouTube. Era una página musical que siempre le enturbiaba los ojos imaginando a Cio-Cio San esperando reunirse algún día con su amado Pinkerton para entregarse al amor que siente y que ella cree mutuo. Pensaba ahora en el concepto mutuo, lo que convierte al amor de pareja en certeza, e imaginaba a Alba alejada de él. El aria le decía que “un bello día veremos…”, él no sabía cuándo sería ese día ni qué vería en él que no fuera el mundo gris de ahora.

Dejó que la música siguiera entrando en sus oídos y volvió a darle vueltas a la necesidad o no de contarle lo del castrado y lo de la copia del cuadro de Balthus ¿Hasta qué punto era necesario hacerle revivir el infierno pasado? Dio un sorbo a la cerveza y decidió mentir. Buscaría una excusa creíble y sería él quien se acercaría al Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla para entrevistar a Diego y ver de conseguir toda la información posible. Tampoco iba a pasar nada. Seguro que ella se sentiría liberada al poder quedarse sola. Se le ensombreció el rostro preguntándose por qué tardaba tanto en salir a compartir la cerveza con él. En otro momento se hubiera levantado y hubiera entrado a preguntarle si había algún problema, si le necesitaba con el pequeño; ahora permanecía clavado en la silla porque temía encontrar algo indebido si lo hacía.

La desconfianza es una enfermedad terrible y uno de sus síntomas, los celos, son capaces de destruir todo lo que toque ¿Eran celos? Se preguntaba. Nunca los había sentido y no se veía capaz de reconocerlos. La desconfianza no, ese era más habitual. Pero esta vez el dolor interno era otro, ¿Qué le había sucedido las otras veces al ser abandonado? Sí, claro, el malhumor, la ofensa, la autoestima, las ganas de darle una patada en el culo a la que correspondiera y quedarse tranquilo… muchos sentimientos agolpados, cierto, pero ninguno como lo que sentía ahora. Ese era un temor nuevo. No el miedo a quedarse solo, que va, era el miedo a perderla, a no sentirla a su lado cada mañana, a no verla vestirse, a ese pudor infantil que la llevada a medio esconderse hasta no llevar las bragas puestas. Todos esos pequeños detalles que construyen el… el amor. Era eso. La diferencia entre antes y ahora se llamaba “Amor”. A las otras las debió desear, sentirse atraído por ellas, incluso quererlas a su modo. Pero el amor incondicional que sentía por Alba era un sentimiento distinto y mucho más fuerte que le rascaba dentro si pensaba en la posibilidad de perderlo. Y ahora, en un momento tan delicado como aquel iba a soltar una tanda de mentiras para poder irse un par de días, ¿demostraba ser un completo imbécil? Por supuesto, y con letreros luminosos señalándole.

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Acerca de Manel Artero

Manel Artero, nacido en Barcelona, en el barrio de Poble Sec, dedicó gran parte de su vida a la informática, compaginando con ella su amor por la lectura y por la música. De esta última cursó un grado de Historia. Más tarde haría los tres cursos de narrativa y novela de l’Escola d’escriptura de l’Ateneu barcelonès que le abriría las puertas al mundo de la escritura del que siempre formó parte sin saberlo. Desde entonces ganado diversos premios en concursos de relatos. El más sobresaliente, el de la Asociación “El coloquio de los perros” de Córdoba. Compagina su tiempo entre la escritura y diversos talleres y charlas sobre música, lectura y cultura de paz, que imparte en Cerdanyola del Vallès. El ladrón de rostros es su primera novela. Editada originalmente en 2017 por la editorial Maluma y6 reeditada por su hijo, Roger Artero, en 2023.
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5 respuestas a Fragmento de «Culpa y Perdón» (título provisional)

  1. Va muy bien. Asoma la tensión creciente, la duda, el desamor acechante. 👍

    • Manel Artero dijo:

      Gracias por tus palabras.
      Esa es una subtrama en la que, por una serie de confusiones y «cosas» que se esconden ambos, terminan dudando de su propia relación amorosa. Pero eso se resolverá pronto.

      Luego están las subtramas de:
      -Un hermano de la Salle que aparece en una pensión de puteros con un crucifijo clavado en el culo.
      -Un miembro del OPUS que aparece tirado en suelo en posición de crucificado pero con la polla en una mano y los cojones en la otra. Y todo frente a una copia de «el sueño de Therese» de Balthus.
      -Un tipo con poder y de buena familia que aparece muerto de una paliza y tras haber sido violado con varios objetos.

      Creo que gustará. Claro que lo ideal habrá sido leer antes «El ladrón de rostros» para ver la creación y puesta en marcha de los personajes principales.

      Un cordial saludo.

  2. Manel Artero dijo:

    Pues sí, Diego, mi pintor asesino que pone distintas caras en cuadros famosos, escoge «El sueño de Therese» para poner el rostro de una niña que se suicida en la adolescencia.
    Es un cuadro me encanta y sobre el que escribí alguna cosa que diría que anda en el blog

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