Me ha sucedido muchas veces, ciertas personas me engañan de un modo tan doloroso que me veo obligado a realizar una catarsis curativa para no hundirme. Os pondré un ejemplo para que me entendáis.
Un día mi amigo Paco andaba sin dinero y le invité a la cerveza ¡Qué no hará uno por los amigos!, ¿verdad? A ese día le siguieron otros y siempre con el mismo resultado. Más tarde, mi amigo Paco encontró trabajo y se estabilizó. Pero eso no afectó al hecho de que mi cartera siempre fuera la más rápida del bar. Tiempo después cambiaron las tornas y fui yo el que se quedó sin trabajo. Llegó el día en que mi amigo Paco tuvo que invitarme a una cerveza y ahí empezó el problema, que mi amigo Paco es feliz siendo “invitado” pero lleva mal lo de ser “invitador”. Conclusión, que ya me es imposible quedar con mi amigo Paco.
Bien, la realidad es que no tengo a ese amigo imaginario del que os he hablado, pero conozco a mas «amigos Paco» de los deseables. Y no creo que sea el único, si quien me está leyendo tiene suficiente empatía e inocencia para con las demás personas, a buen seguro que conocerá a unos cuantos “amigos Paco” (desde ahora “parásitos” o «vampiros»).
Son las personas “pedidoras” y que nunca serán “dadoras”. Aquellas que te piden favores, favores que uno da sin pedir nada a cambio porque para eso existe la solidaridad entre amigos, pero que desaparecen el día que tú necesitas algo de ellos. Esos compañeros de trabajo que, amparados en el compañerismo, se quedarán con todos los méritos dejándole a uno sin nada. Aquellos con quienes haces proyectos comunes que luego eliminan los Nosotros por un Ellos dejándonos con cara de imbécil.
Amigos, ayer cumplí 69 años y alguien me pidió un favor. Se lo hice. Luego le comenté que podía leer alguno de mis libros y, como no podía ser de otro modo, se me fue por la tangente sin siquiera mentirme diciéndome que lo haría.
Con 69 años y todavía gilipollas. Todavía regalando hora de mi escaso tiempo para recibir Nada. Y es que quien unos pecamos de tontos mientras ciertas vampiros nos chupan emocional y físicamente sin darnos ni la hora… pero no les recriminéis nada, que todavía se ofenden.
Y con todo, a pesar de seguir haciendo el canelo las más de las veces, he aprendido un poco de los vampiros y ando en la vía de curarme. Así que, a buen seguro que antes de los 90, si la salud me respeta, me habré convertido en Van Helsing.
Personas así siempre habrán. Al final, en esta vida, pasa de todo.
Un placer leerte.
Abrazos.
Lo triste es repetir una vez tras otra el mismo error con ellos.
Pecar de inocencia por el hecho de ser solidario y cooperativo.
Pero los golpes terminan enseñando.
Gracias por leerme.
Abrazozs.